
Cuando murió mi madre, mi hermana y yo decidimos poner sobre su féretro un ramo de rosas rojas con una cinta y una inscripción: «Planta un árbol».
Se trataba del título de una canción de Labordeta que le había hecho llorar cuando apenas renacía la libertad en España, tras la dictadura. Mi madre era una mujer muy dura; pocas veces la vi llorar en mi vida y, en aquella ocasión lo hizo de tal manera que a mi hermana y a mí nos impresionó muchísimo. Leyendo su letra quizás lo entenderéis:
Planta un árbol sobre la tierra yerma
y ayúdale a crecer, ayúdale a crecer
igual al socialismo que tenemos que hacer,
igual al socialismo que tenemos que hacer.
Hubo un tiempo de árboles partidos
de voces acalladas, de miedos y de gritos.
Hubo un tiempo hoy ya casi vencido
que sólo las raíces crecieron al olvido.
Nadie pudo romper esas raíces,
nadie pudo matar la libertad,
nadie pudo impedir que ellas crecieran
contra el viento, la sangre y la impiedad.
Hoy están a flor de nuestras pieles
para formar un bosque sobre el mar,
la vida es implacable con el hombre,
la historia no se puede parar.
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2 respuestas a “Planta un árbol”
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