
Celebrábamos la boda de mi hijo mayor. Llegó el baile, un momento en el que yo suelo ausentarme. Aquel día no lo hice, era el padre del novio y tenía que estar allí. Fueron sonando temas. Un poco de todo, para agradar a todos pero, al pincha le iba la marcha y comenzó a pinchar rock. Pasamos por «bailar un rock and roll en la plaza del pueblo» y llegamos a «Maneras de vivir»
Hicimos un corro bailando, allí estaban mi hijo y su mujer, Ella, mi otro hijo, los amigos de los novios y alguno de nuestros amigos. Me sentí completamente feliz rodeado de la felicidad que todos ellos emanaban.
La mayoría de los que allí bailaban eran tremendamente jóvenes y consiguieron que me sintiera tan joven como ellos. Una sensación que no he vuelto a vivir y que espero revivir cuando «el pequeño» organice una fiesta como aquella o, quizás, cuando lo haga mi nieta.
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