
El 69. No podía ser otro año. En 1969 se publicó el disco sexi por excelencia: “Je t’aime… moi non plus” (Yo te amo…Yo tampoco). Los amigos del instituto nos volvimos locos con aquello. Nuestra imaginación se excitó con las imaginables consecuencias nocturnas. Obviamente no la cosa no dio para más. Con nuestros quince años y la estricta separación de sexos con la que la dictadura regía nuestras vidas solo podíamos aspirar a una más que agitada noche soñando con Jane Birkin. Así fue nuestra adolescencia.
La compañía discográfica española, Fonogram, que editó la canción pidió la obligatoria autorización. El censor vio la letra, no entendió aquello de «Entre mis riñones tú vas y vienes» y no escuchó la interpretación, ¿para qué si ya había leído la letra? y otorgó su visto bueno. Cuando se escuchó la canción en la radio, el Ministerio de Información y Turismo (que entonces dirigía Manuel Fraga , ese gran demócrata) se apresuró a prohibirla. En las tiendas ya se habían vendido 100.000 ejemplares y los vendedores escondieron las escasas copias que quedaban. En el rastro madrileño se vendían bajo cuerda a un precio sensiblemente superior. Al éxito de “Je t’aime… moi non plus” contribuyó también el Vaticano que denunció su «amoralidad» y excomulgó al ejecutivo de grabación que la lanzó en Italia. Lo prohibido siempre se ha vendido bien.
Para redondear la historia Brigitte Bardot, el gran mito sexual de aquellos años, también tuvo su papel: Serge Gainsbourg había grabado originalmente el tema con ella pero, el entonces marido de la Bardot, un alto ejecutivo de Playboy, no vio «con agrado» la relación de su mujer con Serge Gainsbourg y, «para evitar suspicacias» no se publicó esa versión hasta bastantes años después.
¿Cómo un tipo tan feo pudo tener tanto éxito con aquellas bellezas? Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Como colofón, el arreglo musical de “Je t’aime… moi non plus” parece claramente «inspirado» en un tema que llegó en 1967 a lo más alto de las listas: «A Whiter Shade of Pale» de Procol Harum. Juzgad vosotros mismos.
Quiero agradecer a Radio Gladys Palmera y a Banana Media sus posts en los que he recogido mucha información para escribir estas líneas.
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Por estos días también se cumplen 60 años de la película Viridiana, que por lo que respecta a censuras e hipocresías varias pasó por instancias similares…
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Una censura tan burda y estúpida que, además, no se acababa de enterar de por dónde iban magníficos directores y guionistas. En Viridiana Buñuel felicitó a la censura por «sugerirle» (sin querer) un trío dónde el sólo había imaginado una relación entre tío y sobrina.
Siempre he recomendado «Plácido» de Berlanaga y Azcona. Un ejemplo de una crítica descarnada e inmisericorde que, misteriosamente, coló.
Algún prohombre de la dictadura reconoció que los censores no eran muy listos. Añado que nuestro Premio Nobel, Camilo José Cela, ejerció de censor. Ahí lo dejo.
Muchas gracias por tu comentario.
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Pues no se me había ocurrido relacionar la blanca palidez con el yetem, no, por Toutatis.
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Podría decirse, con razón, que tengo una oreja frente a la otra, pero he vidto esa compsración en vsriadas webs decdistintos eruditos en la cuestión.
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Si me lo creo, pero no se me había ocurrido. No había visto el comentario anterior sobre la censura-estupidez y nuestros magníficos realizadores. La historia de la censura es la historia de la estupidez reprimida y masturbada, la nuestra es triste pero la de los EEUU de America del Norte es ya el culmen, pero todo ello merece varios caapítulos apartes, sin olvidar a Nuestro Ilustre Premio Nobel y Senador por Designación Real y su ofrecimiento como censor…
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Fue censor. Lo que dice mucho sobre su «calidad» humana.
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