
No recuerdo cuando la escuché por vez primera, probablemente cuando vi, en la tele, «Good Morning Vietnam». Ella ya la conocía y convinimos que era una preciosa canción que la voz de Louis Armstrong convertía en un sueño.
Una canción optimista y tierna destinada a reconciliarte con el mundo. Ya sé que la raza humana ha hecho de este mundo un vertedero de inmundicias morales y materiales pero, ya va bien que algo y alguien ponga un gramito de esperanza que nos impulse a mejorar el desastre que, con el egoísmo de unos y la indolencia de muchos, estamos construyendo.

Porque todos necesitamos un grito de esperanza y porque «What a wonderful world» siempre estará asociado a Ella
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