
Pertenezco a una generación que recuerda la llegada del primer televisor a su casa. Tengo en mi cabeza la imagen de ese día; la caja de embalaje abierta; un técnico había instalado la antena; mi hermana y yo mirando con asombro, en imagen un programa infantil con unos tipos vestidos de mago.
De la programación de mi niñez recuerdo las series: Bonanza, Rintintín, Viaje al fondo del mar,… Se convirtieron en referencia de nuestros juegos y «los caballos de Bonanza» una música que ha permanecido en mi sesera.
Los dibujos animados, sobre todo los Picapiedra, y aquellos inventos tan chocantes que nos enseñaban una vida troglodita pero más moderna y tecnológica que la de aquella España.
En España lo veíamos en blanco y negro. En gris. Todo era muy gris.
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