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La última gira de Serrat

En estos días ha anunciado que la próxima será su última gira de conciertos: «EL vicio de cantar 1965-2022». No abandona la música, dice. No dejará de componer, dice. Ha sonado a fin de ciclo y el Gobierno se ha apresurado a concederle la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio «por su brillante carrera y contribución a la cultura». Es la máxima distinción que se otorga a quienes no son jefes de Estado o Altas Instituciones.

No es la primera vez que aquí escribo sobre las vivencias que asocio a su figura. Como le pasa a casi toda mi generación forma parte de mi banda sonora y, más allá, acompaña mis recuerdos y pone música a mis ideas, «Lo + mío». He echado de menos a esos clásicos «españoles de pro» que aprovechan estas ocasiones para sacar a relucir sus fobias a todo cuanto suena a progreso. Lamentablemente aparecerán como han aparecido recientemente, con toda sus miserias, al morir Almudena Grandes.

Recuerdo la primera vez que le vi actuar. Yo todavía era casi adolescente. En Gandía, desde la terraza de unos apartamentos que se abría sobre el jardín de una discoteca. Allí comencé a pensar que aquel tipo era más que un guaperas del gusto de mi hermana.

Un par de años después mi madre nos llevó al Palacio de la Música  a verle, esta vez por lo legal y más de cerca. Todavía le recuerdo cantando «Señora» en un escenario que iluminaron en rojo para aquel tema, dando a su interpretación un cierto aire diabólico que me encantó.

La última vez que lo he visto, que lo vimos Ella y yo, fue en la gira «Dos pájaros de un tiro» con Joaquín Sabina, en el Palacio de los Deportes de Madrid, lo disfrutamos pero nuestros hijos pasaron de acompañarnos. Les gustaba pero… tenían otras cosas mejores que hacer.

No te vayas todavía, no te vayas por favor.

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Eurovisión, La la lá y el Chiki Chiki

Sólo dos veces en mi vida he mirado con interés lo que pasaba con el festival de Eurovisión: Cuando el lío del La la lá y el año del Chiquilicuatre. Y lo hicieron por motivos que nada tenían que ver con la música.

En 1968 la dictadura quería presentar una cara amable ante Europa y eligió a Joan Manuel Serrat para representarnos en el festival de Eurovisión. Entonces Serrat era joven, 26 años, tenía gran predicamento en la población femenina y encarnaba aquello que se llamó «la canción protesta».

La llamada «Gauche Divine» de Barcelona le presionó para que no lo aceptara. Para ellos era una traición al catalanismo, una bajada de pantalones ante la dictadura y una concesión a intereses comerciales. Serrat propuso cantar en catalán, aunque fuera sólo una estrofa, y la reacción del régimen fue sustituirle por Massiel.

Todo lo que fuera molesto para la dictadura ya me resultaba atractivo, aunque yo sólo tuviera catorce años. Le miré con simpatía y recibí con el corazón partido el único triunfo de España en Eurovisión.

Cuarenta años después, en el 2008, Buenafuente presentó como candidato para representar a España en Eurovisión a un cómico de su programa, Rodolfo Chikilicuatre (David Fernández), con una canción con letra de Santiago Segura y música de Pedro Guerra. La canción, «El baile del Chiki Chiki» barrió en votos y fue elegida como representante de España. Participó tocando una guitarra de juguete y acompañado por unas bailarinas de pega. Una de ellas era Silvia Abril interpretando a Gráfica, bailarina torpe vestida de rosa.

Rodolfo Chikilicuatre logró unas espectaculares cifras de audiencia: 13,9 millones de españoles, vimos su actuación (yo desde un bar esperando para entrar en un cine) y un 78,1% de cuota de pantalla. Aunque en el festival consiguió algún abucheo y un decimosexto puesto. En cualquier caso mejoró notablemente los resultados de años anteriores. Aquella democrática burla a un festival muy casposo me encantó.

Mientras que escribo estas líneas se celebra el festival de Eurovisión 2021. No lo estoy viendo pero antes de colgar esta entrada miraré como ha quedado nuestro representante, Blas Cantó, del que ignoraba su existencia y que interpreta una canción que no creo haber escuchado nunca y que, a través de «San Google» se que se llama «Voy a quedarme».

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Els vells amants el día de Sant Jordi

Como he hecho cada 23 de abril, día del libro y día de Sant Jordi, durante los últimos años, le he regalado a Ella un libro y una flor, que este año ha sido de papel. Es una tradición que me gusta y, además, Ella tiene alguna raíz catalana. Cuando se los he dado Ella se ha puesto a cantar una preciosa canción de Joan Manuel Serrat que yo no recordaba. Para mi ha sido su regalo.

He buscado la letra de la canción y me ha emocionado. Podría hablar de nosotros:

Els vells amants / Los viejos amantes
Els seus cabells el temps ha tornat blancs. / El tiempo ha vuelto sus cabellos blancos.
Les seves mans, nervioses i arrugades. / Sus manos, nerviosas y arrugadas.
Els seus cabells el temps ha tornat blancs / El tiempo ha vuelto sus cabellos blancos
i un xic més trista la seva mirada. / y un poco más triste su mirada.

S’estimen com jo voldria ser estimat / Se quieren como yo quisiera ser querido
(si els costums que segueixo ho permeten), / (si las costumbres que sigo me lo permiten),
s’estimen com jo voldria ser estimat / se quieren como yo quisiera ser querido
quan la esperança comenci a estar seca. / cuando la esperanza comience a estar seca.

I s’agafen les mans / Y se cogen de la mano
els vells amants. / los viejos amantes,
recorden, com ahir, / recuerdan, como ayer,
les flors que van collir./ las flores que cogieron.
I s’agafen les mans / Y se cogen de la mano
els vells amants. / los viejos amantes.
Es miren i ho saben tot, / Se miran y lo saben todo,
no els cal dir res, cap mot. / no les hace falta decir nada, ninguna palabra.

On els vells viuen es va aturar el temps / Donde los viejos viven se paró el tiempo
amb el retrat que a la paret penja. / con el retrato que cuelga en la pared.
On els vells viuen es va aturar el temps / Donde los viejos viven se paró el tiempo
després que es varen casar aquell diumenge. / después de casarse aquel domingo.

La ràdio antiga i el rellotge gran i / La radio antigua y el gran reloj y
el cobretaula carregat de randes. / el tapete cargado de puntillas.
La ràdio antiga i el rellotge gran / La rádio antigua y el gran reloj
que encara sona d’hora en hora amb mandra. / que aún suena de hora en hora con pereza.

I s’agafen les mans / Y se cogen de la mano
els vells amants. / los viejos amantes.
I es bressolen cada nit / Y se acunan cada noche
com dos infants petits. / como dos niños pequeños.
I s’agafen les mans / Y se cogen de la mano
els vells amants. / los viejos amantes.
I es pregunten: «Estàs bé? / Y se preguntan: «¿Estás bien?
Avui no et fa mal res…?» / ¿Hoy no te duele nada…?»

I per Sant Jordi ell li compra una rosa / Y por Sant Jordi él le compra una rosa
embolicada amb paper de plata. / envuelta en papel de plata.
I per Sant Jordi ell li compra una rosa / Y por Sant Jordi él le compra una rosa
mai no ha oblidat aquesta data… / nunca ha olvidado esa fecha…
I pels carrers s’han perdut els amants. / Y por las calles se han perdido los amantes.
No tenen por, no tenen pressa. / No tienen miedo, no tienen premura.
I pels carrers s’han perdut els amants / Y por las calles se han perdido los amantes.
amb una flor i la seva tendresa… / con una flor y su ternura…

Porque la quiero.

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Lo + mío

La mujer que yo quiero

Le regalé un disco, «El álbum de oro», un recopilatorio de Joan Manuel Serrat en el que había un montón de temas que a los dos nos gustaban. Ella y yo habíamos estado unos días antes en Valencia celebrando las fallas. Un mes después de ese viaje, el 16 de abril el predictor nos contó que nuestro primer hijo estaba de camino.

Cuando comenzamos a salir canturreé mil veces aquello de «… ella es más verdad que el pan y la tierra. Mi amor es un amor de antes de la guerra. Para saberlo, la mujer que yo quiero, no necesita deshojar cada noche una margarita». 

Os he contado en otra entrada que «cada vez que me quedaba enganchado de una chica la asociaba mentalmente con una canción». A ella la asocié primero a esa canción. Luego los años de estar, de ser, juntos han ofrecido sentimientos y momentos para asociarla a muchos otros temas. Pero esas son otras historias.

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Lo + mío

Mediterráneo

No nací en el Mediterráneo pero así me siento. No he elegido la ladera de un monte más alto que el horizonte, los míos lo saben, pero es un buen lugar para quien lo escoja.

Valencia y Alicante, dos ciudades unidas  a mi historia. Valencia son las vacaciones de mi infancia. Alicante es la ciudad que ha llenado mis ocios y los de mi familia desde que mis hijos eran pequeños. Alicante es mi refugio para el descanso y espero que lo sea por muchos años. 

Ella, mis hijos, mis padres, mi hermana, mi abuela, mis tíos y primos, recuerdos de muchos veranos en la niñez, la adolescencia, la juventud, la madurez y a las puertas de la vejez.. Tantos lugares, tantos paseos, tantos momentos,… El Portet de Moraira que, en el 61, era el mismísimo paraíso terrenal. Las fallas. Los veranos de la adolescencia en Gandía. Esa cala inesperada que un día descubrimos, los pinos, el sol, la paz.

‘Mediterráneo’, de Joan Manuel Serrat, se convirtió en abril del 2019 en ‘La mejor canción jamás cantada’ en español de las últimas décadas según los espectadores de La 1, con el 55% de los votos. Pero eso es sólo una anécdota.

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