
Estudié en el Instituto Ramiro de Maeztu, un centro que entonces era considerado por el Ministerio de Educación de la dictadura como modelo para el resto de los centros de enseñanza públicos. Citando a la Wikipedia: «La idea principal del Régimen en esos primeros momentos es la de contar con un Centro para formar a los jóvenes que iban a ser el pilar del nuevo Estado que emergía tras la Guerra. Por ello no se reparó en gastos para contar con unas instalaciones modernas en materia de laboratorios, medios auxiliares e instalaciones deportivas». Por supuesto yo, como alumno, era ajeno a esta consideración. Pero la sufría para bien y para mal. La entrada de los alumnos en el instituto es buen ejemplo de lo que cuento.
Formábamos en la plaza central de las instalaciones del instituto, una plaza presidida en su centro por una estatua del dictador. Formábamos ordenados por cursos y aulas. Formábamos con forzada imitación de lo militar en su más rancia acepción. En definitiva ese era el proyecto y el propósito de quienes cogieron las instalaciones del Instituto Escuela de la Institución libre de Enseñanza y las dieron una vuelta de 180 grados para reconvertirlo en un centro regido por el Opus Dei y sazonado con la imaginería falangista.
Luego desfilábamos para entrar en el edificio mientras los altavoces hacían sonar la marcha «Los Voluntarios». Por supuesto el título de la marcha y la entrada en clase daban lugar a todo tipo de bromas y chascarrillos.
Lo cierto es que fracasaron en sus planes. De aquellas aulas salimos personas de todas las creencias e ideologías imaginables formados por profesores que, en algunos casos estaban absolutamente alineados con los «valores» de la dictadura, mientras que otros eran «versos libres» o «simplemente» enseñantes. El Instituto, como herramienta de formación, gozaba de unas fantásticas instalaciones. Aunque la piscina siempre la vi vacía y rajada en su fondo. Todo un simbolismo.
¿Sabéis que recuerdo yo de aquella formación y esos desfiles? Cambiar cromos de coches. De entonces guardo en mi memoria la imagen de un preciosísimo Jaguar E de color azul, con un morro infinito. Un cromo que me enamoró de los coches y quizás ha tenido que ver con lo que he disfrutado de mi ocupación profesional que gira en el mundo dela automoción.

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También había un Instituto Ramiro de Maeztu en Vitoria donde yo me examiné de las reválidas de bachillerato procedente de Miranda de Ebro
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He visto fotos y da la sensación de que funcionaba de un modo similar al de Madrid ¿era así?
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Supongo que sí. Yo solo iba a examinarme. En esa época las instrucciones eran similares para todos. ¡Qué tiempos!
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Maravillosos recuerdos, estuve a punto de entrar en el Ramiro para hacer COU pero al final me quedé en Arguellles que era dónde vivía, lo subscribo entero, incluidos los cromos que ibamos a cambiar la rastro…
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Los recuerdos están hechos de buenas y malas experiencias y de su digestión. Los recuerdos son, por naturaleza, subjetivos. Los de nuestra adolescencia, tuya y mia con seguridad, estan también cocinados por la bruma del tiempo y eso les da un sabor muy especial. No puedo por menos que sonreir cuando recuerdo aquellos tiempos que no fueron de leche y mial. Un abrazo y cambiamos cromos.
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El Columela de Cádiz, evidentemente, era muy similar pero sin la Marcha de los Voluntarios, berreábamos, con perdón de los cievos, Montañas Nevadas.
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«Pomporrutas imperiales» que cantaba quien no entendía o no le daba la gana cantat lo de «Voy por rutas imperiales».
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